¿Habéis escuchado hablar de este tipo de personas? Son seres que priorizan en el placer de sus parejas antes que en el suyo propio.
Hoy os voy a ilustrar un poquito en este tema, que el saber no ocupa lugar… 🙂
“Dícese de aquellos hombres y mujeres cuyo placer sexual reside en que su pareja disfrute”. El propio placer y gozo va a pasar a segundo término: el deseo máximo es ver como el otro disfruta llegando al clímax.
Tod@s (o casi todos) tenemos algo de altruistas sexuales. Nos encanta ver que la otra parte está disfrutando con nuestras maniobras y artes amatorias. Y es uno de los actos más generosos que se pueden dar en la intimidad de una pareja. No está mal de repente ‘sacrificar’ el propio orgasmo, el dolor de mano, mandíbula o pubis por no cortarle el momento mágico a nuestro novio, marido, amante, etc. sea cual sea su orientación sexual. Pero vivir constantemente así tampoco resulta equilibrado. Todo tiene un punto óptimo de equilibrio, y en el amor y el sexo se trata de dar y recibir, por mucho que nos encante dar placer también nos merecemos que nos lo hagan sentir en el cielo en nuestras relaciones amorosas.
Son incontables las mujeres que dicen que nunca llegan al orgasmo mientras ven con envidia a sus hombres con la sonrisa en la boca porque ellos sí están satisfechos. Por desgracia -y no es sexismo- esa parte es más común que se dé en las mujeres. Por los tiempos. Casi siempre él les gana llegando al orgasmo y traduce en su cabeza (y su cuerpo obedece) a que ya porque él acabó es ‘game over’. Y ¡no! ¿Ya se bajó la erección? Chicos, tenéis manos, lengua y cuerpo. No se tumben, enciendan un pitillo y vayan a la nevera a buscar una birra, si ven que ella está lejos de llegar a la mínima satisfacción. Ella podrá ser un ser altruista pero ¡no es Teresa de Calcuta! Y un día va a decir ‘¿ya para qué?’ Una buena receta es buscar que ella tenga un primer orgasmo por estimulación y proceder a la penetración una vez que está muy cerca o incluso tras la obtención del mismo.
¿Y qué me decís de los orgasmos fingidos? Esos altruistas maravillosos. Los justifico sólo en los casos en los que una mujer no esté por la labor de mantener relaciones mucho rato, por motivos X,entonces se monta un numerito con tal de que el otro/otra no se quede con el mal rollo de no haberle hecho disfrutar. Total, la que pierde es ella…
Conceder una postura sexual es otro modo de ser generoso. Hay algunas, que no nos resultan demasiado cómodas o placenteras, que nos hacen sentir que nos está atravesando un tubo del metro pero una ve la cara de él y opta por resistir estoicamente.
DAR AMOR…
La esfera más importante del dar no es la de las cosas materiales, sino el dominio de lo específicamente humano. ¿Qué le da una persona a otra? Da de sÍ misma, de lo más precioso que tiene, de su propia vida. Ello no significa necesariamente que sacrifique su vida por el otro, sino que le da lo que está vivo en él – da de su alegría , da su interés , da su comprensión, da su conocimiento, da su humor, da su tristeza-, da todas las expresiones y manifestaciones de lo que está vivo en él.
Al dar así de su vida, enriquece a la otra persona, realza el sentimiento de vida de la otra al exaltar el suyo propio. No da con el fin de recibir; dar es de por sí una dicha exquisita. Algo nace en el acto de dar, y las dos personas involucradas se sienten agradecidas a la vida que nace para ambas. En lo que toca específicamente al amor, eso significa. El amor es un poder que produce amor; la impotencia es la incapacidad de producir amor.
“Amar es fundamentalmente dar, no recibir”, así lo explicó científicamente hace 50 años Erich Fromm en El arte de amar. Hoy, un estudio científico lo confirma y asegura que el amor altruista puede forjar mejores amistades y matrimonios.
En un estudio realizado por la Universidad de Chicago se hicieron una serie de encuestas a 1329 adultos,y se concluyó que el amor altruista estaba asociado con una mayor felicidad, especialmente con la conyugal.
A los participantes se les preguntó si estaban de acuerdo con frases que mostraban altruismo, tales como “Preferiría sufrir yo antes que dejar sufrir a un ser amado” o “Puedo sacrificar mis propios deseos para que la persona que amo consiga los suyos“. Asimismo, se hacía preguntas que reportaran indicios de intenciones o conductas altruistas como “Cada cuánto tiempo dona sangre?” o “Devuelve el dinero cuando se equivocan en darle el cambio?”. Entre aquellos que estuvieron de acuerdo con estas frases, se encontró una tendencia a reportar felicidad con sus parejas.
Dentro de los más altruistas, el 67% calificó su matrimonio como “muy feliz” y entre aquellos que fueron calificados como menos altruistas, solo el 50% dijo que eran”muy felices” en su matrimonio.
¿Cómo llegar a un amor altruista?
Para alcanzarlo, primero debemos aprender a amarnos a nosotros mismos, a crear armonía entre nuestro propio cuerpo y alma. Esto significa comprender quiénes somos en realidad y para hacer qué hemos sido puestos en la Tierra. Significa sentirse cómodos con nuestra misión y no estar buscando distracciones. Si estamos en conflicto con nosotros mismos, ¿cómo podemos esperar alcanzar el amor con otra persona?