Agosto está ya medio cumplido y cuando finalice empezará para muchos el famoso síndrome postvacacional con todo lo que conlleva.
Es duro dejar atrás los días de relajación, desconexión y ocio. El mes de septiembre se presenta para mucha gente como un «lunes eterno» y sin duda aparecen los síntomas del llamado«síndrome postvacacional». En torno a un 45% de los trabajadores en España sufren malestar físico y psicológico en el momento en el que se incorporan al trabajo después del periodo de vacaciones y esto contribuye a que su rendimiento laboral y su vida familiar y personal se vean afectadas (discusiones y problemas con la pareja o los hijos).
Este proceso de adaptación a la vida laboral se produce por romper bruscamente el ritmo de las vacaciones con la incorporación al trabajo sin hacer una adaptación paulatina. Los síntomas a nivel físico se pueden presentar en forma de cansancio, fatiga, falta de apetito, sueño, dificultad para la concentración e incluso se pueden producir molestias estomacales o musculares. Además, a nivel psicológico se puede apreciar una conducta de falta de interés, irritación, nerviosismo, tristeza o falta de motivación.
A priori los síntomas parecen comunes a todos los trabajadores cuando vuelven de un periodo de descanso, pero lo que caracteriza al síndrome o depresión postvacacional es la duración y el momento en que se presenta. Se suele producir en la primera semana de vuelta al trabajo, y suele ser pasajero; si dura más de 15 días habría que estudiar las causas más profundas que originan esa situación y podría tratarse de otra cosa.
Cómo prevenirlo
La planificación es lo más destacado para volver a incorporarse a la rutina. Cuando volvemos al trabajo hay que saber que no somos “superhéroes”, y es necesario que el trabajador se de un tiempo de adaptación. En este contexto, marcarse objetivos resulta imprescindible, hay que ponerse límites para volver a la rutina, es normal que cueste.
Además, es necesario retomar el contacto con los amigos y familiares a los que no se ha visto durante la época de descanso y tener propósitos como si de año nuevo se tratase.
La alimentación y el deporte también juegan un papel importante a la hora de volver al trabajo en septiembre. Tenemos el pensamiento de que el trabajo y las actividades agradables son incompatibles, y eso es erróneo. El deporte hace que se liberen endorfinas, lo que provoca que el estado de ánimo mejore y el estrés y la inapetencia se vean reducidos en un alto porcentaje. Hay que aprovechar los ratos de ocio entre semana y no dedicarse exclusivamente al trabajo.
Fíjate en lo positivo. A lo largo de cualquier día también nos pasan cosas buenas. Unas palabras amables, unas risas a la hora del café, una llamada telefónica de alguien que se preocupa por nosotros… Agradecer todos esos detalles nos conecta con nuestra parte más humana y nos ayuda a tomar conciencia de todo lo bueno que nos rodea.
No dejes de dedicar una sonrisa o un simple “gracias” a esas personas que hacen del mundo un lugar mejor.
Ten paciencia. El síndrome postvacacional es pasajero. Una vez que te hayas encarrilado en tu rutina, los síntomas desaparecerán.