jueves , noviembre 21 2024

El duelo al final de una relación. No siempre es necesario

Es importantísimo apuntar que en el terreno psicológico no existen recetas universales que sean válidas para todo el mundo por igual y en todas las situaciones posibles: Cada individuo y cada relación es diferente, se establecen en contextos y parámetros distintos, de modo que siempre será necesario evaluarlas de una forma muy personalizada. No obstante sí que existen algunas pautas generales que podemos utilizar como punto de partida de un proceso de reflexión personal y ver en qué medida se pueden aplicar a nuestra historia particular.

Ahora ya generalizando un poco, lo que recomiendan los profesionales de la psicología es tomarse un tiempo de reflexión tras una ruptura.

Pues lo que es obvio es que cuanto más dura y traumática haya sido ésta, menos aconsejable es implicarse de forma inmediata en una nueva relación que albergue anhelos de estabilidad y felicidad.

La primera razón es la necesidad de abrir un periodo de reflexión personal sobre la relación recién acabada, es estupendo meditar sobre los errores que hemos podido cometer, la forma en que la gestionamos, qué cosas repetiríamos y cuáles no. No se trata de analizarla de una forma fría y matemática porque,lógicamente, sentimientos y ecuaciones nunca se han llevado bien, pero sí de hacer una reflexión lo más calmada y sosegada posible sobre ese periodo de nuestra vida que ha tenido y tendrá una cierta relevancia en nosotros a nivel mental. De alguna forma, éste es un proceso similar al duelo psicológico que sigue a la pérdida- por muerte-, de un ser querido: Una parte de nuestra vida ha desaparecido y necesitamos darnos un tiempo para digerir lo sucedido, extraer lo positivo y coger fuerzas para encarar nuestro futuro inmediato.

La segunda razón tiene que ver con la felicidad de la nueva persona con la que queremos emparejarnos. Lo lógico es que tras una relación en la que nos hayamos implicado emocionalmente, nuestro estado emocional sea de tristeza y de pérdida. Aunque hay que reconocer que también, y en cierta medida, de reproche, de confusión, de desconfianza, de indignación o también de rencor; cuanto más dura haya sido la ruptura, más negativas serán nuestras emociones. Esto es algo normal y nadie debe sentirse triste por experimentar estos sentimientos durante un tiempo; sin embargo, si no nos damos un periodo de reflexión y, por llamarlo, así, de pausa lo más probable es que acabemos transfiriendo todas nuestras emociones negativas a nuestra nueva pareja: Si en nuestra anterior relación nos sentimos engañados, es casi seguro que nos mostraremos desconfiados y controladores hacia la otra persona; si en la relación recién acabada nos sentimos asfixiados porque nuestra pareja era muy invasivo, casi seguro que reaccionaremos con susceptibilidad a los acercamientos emocionales de la nueva. Y esto, además de ser  injusto, es nefasto para cimentar una nueva relación con éxito.

Pero hay casos y casos. Por ejemplo puede darse la situación de que la relación vivida ya estuviera en un punto muerto desde hace muchísimo tiempo, en casos así no hay motivos para tener que marcarse unas fases de duelo. Las señales nos las va indicando nuestro piloto interior y ése nunca nos engaña. Como os comentaba al inicio del post, en psicología no existen recetas exclusivas ni universales y es totalmente lícito y viable que se pueda comenzar una nueva relación inmediatamente después de haber terminado otra y que ésta sea plenamente feliz. En muchas ocasiones sucede. Sobre todo en casos en los que se llevan muchos años de sufrimiento y de dolor, en los que- sin darnos cuenta- ya hemos pasado por unos cuantos duelos. Porque con cada gran disgusto que se sufre en la pareja después hay que pasar el proceso de curar esas heridas, de modo que cada pequeña batalla ha podido ser una forma anticipada de poner a salvo nuestra salud psicológica cuando se produce el inexorable final.

En realidad, el periodo tras una separación, aún siendo duro, es una magnífica oportunidad de maduración y de crecimiento personal: Poner final a un ciclo vital nos brinda la oportunidad de hacernos un auto-análisis, de saber quiénes somos, qué cosas valoramos y de dónde y con quién queremos vernos en el futuro. Para seros sincera no siempre será un proceso fácil ni agradable –como es posible que hayas sentido en sus propias carnes- pero, desgraciada o afortunadamente, son los grandes cambios vitales con sus tormentas, los que tienen más poder de transformarnos en personas más fuertes, felices, equilibradas y reconciliadas con la vida y con el mundo en general.

 

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